Desde el 2 de junio, fecha de anuncio de la abdicación de Juan Carlos I, hasta el día 19, el de los actos oficiales de proclamación de Felipe VI como nuevo rey, sólo pasaron 17 días, en los que la maquinaria legal de la sucesión se puso en marcha. La abdicación se hizo efectiva a las 0.00 horas del 19 de junio, cuando se publicó la Ley Orgánica aprobada por la vía rápida en un BOE en un horario poco habitual (suele salir a las 7.30 horas de la mañana).

Se optó por esta vía, reservada a ocasiones muy excepcionales, para que Felipe fuera rey desde el primer minuto del día. Algo similar ocurrió el pasado 24 de marzo, cuando se publicó un BOE extraordinario a eso de las diez de la mañana exclusivamente para condecorar al recién fallecido Adolfo Suárez.

Pero en la madrugada del 19, en ese BOE extraordinario, sólo se publicó la ley de abdicación: ni el real decreto que otorgaba a Juan Carlos y Sofía el título vitalicio de reyes (publicado dos horas después, en un horario tampoco nada habitual) ni el que crea el estandarte del nuevo rey Felipe VI, publicado esta mañana. Eso sí, en ambos se afirma que entran en vigor a la vez que la ley orgánica de abdicación, esto es, a las o.oo horas del 19, aunque no estuvieran publicados.

Así, estas dos normas entraron en vigor antes de ser publicadas e, incluso, aprobadas (el decreto del estandarte se aprobó en el Consejo de Ministros de ayer viernes).

Este fenómeno es habitual en normas que entran en vigor el mismo día de su publicación en el BOE, ya que éste se publica a las 7.30 horas (aquí, un ejemplo) y el día arranca a las 0.00. Pero, como destaca Andrés Boix Palop, la diferencia fundamental es que la entrada en vigor de los dos decretos vinculados a la sucesión está vinculada a la de la ley orgánica. Además, el retraso entre la entrada en vigor y la publicación del decreto de los estandartes es de más de dos días.

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